Muy buen texto el que leía el domingo por la mañana en Medium (café, tablet y Medium, nueva costumbre modernilla que tengo) sobre el otro lado de la Sharing Econommy
Destaco algunas citas que merecen la pena:
Renting a room on Airbnb or catching an Uber is an act of civil disobedience in the service of a righteous return to human society’s true nature of trust and village-building that will save the planet and our souls.
In “disrupting” even troubled markets — the taxi industry has had this coming for a long time — the glory of the peer economy comes at the expense of other workers’ livelihoods.
O la crítica a que, en el fondo, podemos estar volviendo a condiciones de trabajo de principios de siglo.
No es que sea nada nuevo, lo que reclaman los “sectores tradicionales” (taxis, hoteles) es más regulación y menos libertad.
Aunque entre tanta visión tecno-utópica está bien escuchar argumentos discordantes (no les falta parte de razón), pero es inevitable pensar que no es realista pensar que se podrá evitar para siempre, y que si la gente ha encontrado una forma de organizarse más eficiente que la tradicional, será difícil volver a una situación subóptima. ¿Me impediría alguien compartir los gastos de mi viaje a Bilbao con dos amigos? ¿Por qué me lo impiden si lo hago a través de una plataforma?
Los gremios lo tienen cada vez más complicado: lo permiten los medios (tecnología) y lo propicia el entorno económico.