Control en la era del trabajador del conocimiento: ¿tiene algún sentido?

Siempre que hablamos de productividad, control del tiempo del empleado y otro tipo de historias aparecen de forma recurrente 2 temas: el teletrabajo y el control de accesos a sitios de ocio en la red (redes sociales, blogs,…) o cualquier otro tipo de programas (buscaminas y solitarios de esos)

El genérico término de “trabajador del conocimiento” implica una serie de cosas importantes: no se trata generalmente de tareas exentas de creatividad, de ciertas de dosis de inspiración, que son difícilmente medibles. No se trata de trabajo fácilmente cuantificable en unidades por hora (¿has hecho hoy 3 análisis web en dos horas y has contestado 12 mails? Yupi!) y en gran medida el trabajo que se saca depende de la motivación y del afán de superación del empleado. De la persona en cuestión.

Obreros en la fábrica
No, el trabajo que hacemos ya no es de cadena.

Saco este tema ahora por dos cosas: dejé en borradores un post sobre la decisión de Yahoo! de acabar con el teletrabajo, y antes de ayer mantuve una interesante conversación con un buen amigo de la infancia. Trabaja en una pequeña empresa abulense (menos de 5 empleados) como diseñador y hace poco le instalaron un programa para controlar “lo que hace y que incremente su productividad”.

Empezando por Yahoo!, ya hace algo más de un mes de la decisión de acabar con el teletrabajo que tanto revuelo causó. Desde posiciones que lo veían claramente como un error, a otras más templadas que trataban de buscar un punto intermedio, hemos visto un poco de todo.

No es de extrañar: muchos somos los que a veces nos sentimos más cómodos trabajando desde casa algún que otro día y no nos resulta fácil ponernos en la piel de los “sufridores”.  Además, en una empresa “tecnológica” llama especialmente la atención.

De lo que no se habló tanto es del principal motivo que pareció ser el motor de la decisión de Mayer: los datos. Simplemente, los empleados no se conectaban a la VPN cuando estaban en casa. Vamos, que parece que muchos directamente se escaqueaban.  

Y aquí está la gracia: muchos no parecen entender que el teletrabajo no es “tocarse las narices” tranquilamente. La posibilidad del teletrabajo nos beneficia a todos, pero exige ciertas dosis de de autoexigencia: no te dan la posibilidad para que te pongas a ver un culebrón en la tele. Bien usado es positivo para todo el mundo: menos tiempo de transporte, se puede compaginar con ciertas tareas del hogar (unas lentejas a fuego lento en la cocina, mira tú) o simplemente pasar algo más de tiempo en casa.

Cierto es que el teletrabajo total plantea una serie de problemas que muchos parecen no ver cuando lo defienden de forma fanática: dificulta que se formen equipos, sentimiento de pertenencia, cultura común, aprendizaje informal… 

Lanzarse a criticar sin mucho análisis la decisión de Yahoo! me parece algo aventurado: si quieren recuperar algo de su brillo, no será algo que se consiga con “funcionarios” más preocupados por trabajar tranquilamente en casa que de sacar la empresa adelante.

En el lado malo: ponerse a controlar a los empleados  puede hacer que los buenos decidan irse a un sitio donde no les molesten tanto. Quizá una decisión intermedia (explicar a todos la situación y dar unos plazos de ajuste, o limitar el teletrabajo a determinadas situaciones o días) habría estado mejor. Pero tampoco somos quién para criticar tanto a Marisa.

Y pasamos de Yahoo! a la pequeña empresa de mi amigo de Ávila.

Si en una multinacional en la que sospechas que durante el teletrabajo la gente se escaquea puede tener cierto sentido una medida tan radical, buscar  medios de control en una empresa con menos de 5 personas suena directamente absurdo.  

Si necesitas controlar con medios informáticos a tu gente es que no confías en ellos.

Si no confías en un equipo tan pequeño, es que eres ajeno a él. Y si eres ajeno a tu propio equipo, mejor dedícate a otra cosa. Nunca harás nada que merezca la pena.

Es tremendo el afán controlador que parece invadir a muchos. Como casi siempre con estas cosas, se trata de desconocimiento.

Seguimos pensando en “jornadas laborales”.

“Es que mi horario es hasta las 18:30 y  se me cae el boli” o “Tienes que estar a las 9 en punto en tu silla” son frases que me molestan en la misma medida. La primera es típica de gente que no entiende que su trabajo no consiste en fichar a una hora y que no termina en un minuto  concreto. La segunda porque es lo mismo, pero desde el punto de vista de algún jefe cazurro. ¿Tiene sentido que nos pongamos tan estrictos con los horarios? Nadie se beneficia: no quiero estar como un clavo a las 9 sentado “en mi puesto”, pero eso implica que no “se me tiene que caer el boli” a una hora concreta. Claro, que si fuerzas sin justificación a lo primero, es posible que provoques lo segundo. Y al final lo pagarán tus clientes. Lo pagarás tú. 

¿Dónde entra el tiempo que dedicas al autoaprendizaje?

“Lo que no entiende es que yo cuando llego a casa me sigo formando en temas de diseño, y de eso él también se beneficia”. Eso me decía mi amigo. No me sorprende. Yo también lo hago: cuando un fin de semana me pongo a leer sobre temas online, ¿tengo que imputarle horas a alguien? No, lo hago porque me gusta y porque quiero. Si nadie te intenta “cobrar” ese tiempo, no trates de arañarle los minutos que entró en el Facebook.

Sólo alguien que disfruta con lo que hace es capaz de entregar un valor superior a la media. 

Cualquier empresa debería pelear por tener gente que trabaja en lo que ama, porque simplemente son mejores que los que hacen lo que le piden. Todos deberíamos intentar trabajar en lo que nos gusta, y, si podemos, ayudar a otros a que trabajen en su afición.

Esto no aplica a todas las empresas, claro. Existen las fábricas, pero muchos ya no estamos en ella. El trabajo es parte de la vida, no una cosa totalmente separada del mismo. Son temas trillados en cierto modo, pero tras mi conversación de ayer, tenía ganas de ponerlo por escrito.

En cualquier caso, no me gusta llevar las cosas al extremo y añadiré algún matiz:

Los horarios no dejan de existir por completo. Porque sirven para sincronizarnos: tiene sentido un rango, tiene sentido que algún día puntual trabajes toda la noche y no aparezcas por la mañana. Pero no tiene sentido que cada uno tenga su propio horario. Al menos en general y si tienes que trabajar en equipo.

El teletrabajo “total” tiene sentido en pocos casos y es difícil de gestionar. Si necesitas hacer cosas en grupo, si necesitas coordinarte y formar un equipo real, no tiene sentido que trabajes siempre separado del resto. El modelo de “X” días tampoco me convence: hay veces que necesitas estar toda la semana en la oficina. Otras que necesitas varios días seguidos en casa buscando inspiración.

Pero si tuviera que quedarme con algo, es que el excesivo control mata al talento y anula la creatividad. No somos obreros de fábrica ni niños.  

Una pena que haya gente que sigue sin darse cuenta.

Imágenes: That Hartford Guy via Compfight cc

15 Replies to “Control en la era del trabajador del conocimiento: ¿tiene algún sentido?”

  1. Muy de acuerdo. Al final los extremos tienden a perjudicar a todos. Por un lado para el empleado la “pérdida” de motivación y “me pagas hasta aquí” y por otra a mayor control menos tiempo tienes a dedicar a tus empleados para convertirte en un pseudo-policía con la intención de criticar o enjuiciar. Aquí entra en concepto de cultura empresarial y en algunos casos el caciquismo y las típicas frases “porque lo digo yo”. Para cerrar la parrafada… El tema de la conciliación familiar que creo que da de lleno en esto, es otro tema a tener en cuenta que, por desgracia, aferrado a un poco más de lo mismo y aunque poco tenga que ver con la forma de formarnos fuera de nuestro horario de trabajo, sería un valor añadido para que el empleado vea confianza en la empresa…

    Un abrazo Fanego! 🙂 

  2. Totalmente de acuerdo Iván, todo es negociable en una empresa, y no todo es dinero. He estado 2 años trabajando por “teletrabajo” en mi querida Tarifa donde los tiempos me los distribuía yo… pero los distribuía y cumpla con mis objetivos. El septiembre pasado mi empresa me pido que volviera a Madrid para integrarme en el equipo de trabajo y acepte de buena gana pues es comprensible, querían que desempeñara nuevas funciones y poner un poco a la empresa en el famoso 2.0.
    He sufrido pérdidas (donde esta ese tiempo para mis lentejitas, y levantarme a las 6 de la mañana para hacer surf) pero también he ganado mucho, después de mucho tiempo vuelvo a formar parte de un equipo y me siento encantado de formar parte de este y de la evolución de esta empresa en internet.
    Pero todo no es fácil y he tenido que negociar condiciones y creo que aquí está la clave. Por suerte el ceo de mi empresa es muy comprensible y hemos podido llegar fácilmente a un acuerdo, trabajo tres días en la empresa y dos en casa , mis tiempos de desarrollo y de estar concentrado los realizo en estos días y en el resto planificamos vemos cambios y realizo el trabajo en equipo.
    Por supuesto sigo en continua formación y toda esa formación la aplico a la empresa, pero esta me descuenta horas de trabajo por esa formación, y me deja entrenar por la mañana para aguantar después de dos años estar,  8, 9 o 11 horas en algunas ocasiones dando el cayo en la oficina (no es cuestión de horas).
    El trabajo forma parte de nuestras vidas y te tiene que gustar y llenar para que te puedas levantar todas las mañanas e ir con buena cara a trabajar.
    Uff espero no haberte aburrido, buen post Iván 

  3. Gran post Iván, muy sensato y equidistante. Me vienen a la cabeza dos palabras clave relacionadas con el tema: objetivos, flexibilidad y cooperación. Primero: a estas alturas de la película, con tanta gente trabajando en algo relacionado en eso que llamamos la sociedad del conocimiento, no tiene demasiado sentido controlar las horas de trabajo. Los profesionales sensatos, y por lo tanto, las empresas formadas y dirigidas por ellos, trabajan por objetivos. A mí no me importa cuántas horas se empleen en llevar a cabo un proyecto, siempre que se haga dentro de un plazo determinado y cumpla los objetivos fijados satisfactoriamente. Por lo tanto, debemos ser flexibles en nuestros horarios, y administrarlos sabiendo que a veces habrá que meter 40 horas y otras 8. Por último, estoy de acuerdo en que el teletrabajo debe ir compensado con colaboración “presencial” con otros profesionales. Una de las cosas que más hecho de menos como freelance que trabaja mayormente desde casa es el trabajo en equipo, tanto por socialización como por productividad. Dos cerebros piensan mejor que uno.

    1. Aunque objetivos, flexibilidad y cooperación sean tres cosas y no dos, no puedo estar más de acuerdo. Se trata de trabajar por objetivos y tareas concretas. Las estimaciones de tiempo, plazos, horas y demás son una necesidad (porque si algo lleva 60 horas no podrás tenerlo en un día, aunque a algunos esto no les entre en la cabeza), pero el cambio de mentalidad es ese: estimamos el tiempo que nos lleva algo para calcular (parte de) el coste y los plazos en los que nos movemos.

      Lo que se hace ahora es al revés: trabajamos X horas sí o sí, y de ahí salen las cosas. 

      Con lo del teletrabajo muchos han exagerado: es necesario el contacto y el trabajar juntos al menos en parte del proyecto. Y los freelance como tú siempre lo dicen: que se acaba echando de menos una oficina y ver gente 😉 

  4. El problema en la empresa abulense es que “le instalaron un programa” en lugar de “se instaló el programa”. Si fuera la persona que buscara recoger datos con el fin de automonitorizarse y mejorar su productividad, no habría ningún problema, es más, podría resultar en que la empresa se fiara más y le dejara trabajar desde casa la mitad de la semana. ¿Cómo se implementa tal “cultura de automonitorización” en las empresas? Complicado. Me temo que no se “implementa”, como mucho se construye poco a poco. Es como la paradoja de compartir conocimiento: las mismas herramientas que sirven para compartir conocimiento libremente, “implementadas” en la empresa dificultan la compartición de conocimiento.

    PD. He pedido una prueba gratuita de ese software, a ver qué tal.

    1. Sí sí, es que esa es la gracia: yo cuando lo vi pensé que me podría ver bien echar un vistazo a en qué consumo más tiempo. Pero no como control, si no para mejorar. Lo que no tiene sentido es que si al final facturan y trabajan por “la entrega del proyecto” el tío se dedique a ver qué hacen con ese detalle. Que dedique ese tiempo a vender más, leñe jajaja

      El post qu pasas tiene muy buena pinta, ¡lo tengo que leer!

      Gracias por pasarte por aquí.
       

  5. Creo que es interesante sobre todo el tema de las «jornadas laborales». Es un debate ya viejo en sectores aburridamente «antiguos» (que lo tienen fácil para mejorar en ese aspecto, claro… como los ¡abogados!), pero que hace no mucho saltó a cuestionar no ya el hecho mismo de estar contratado para trabajar 8 horas al día (GigaOM).

    Lo deseable es que hubiera avances en este ámbito, para evitar tener «empresas zombificadas» con personas cuyo mayor objetivo es encontrar un «trabajo-agujero-escondite» en el que poder escondernos del mundo real, olvidarnos de buscar trabajo aunque pueda ser mejor que el actual, etc. Pero soy moderadamente pesimista… al fin y al cabo, muchas personas prefieren ese trabajo estable aunque aburrido, y no todos los trabajos son intelectualmente reconfortantes (por más que sea un trabajo digno, alguien tiene que limpiar la oficina, etc.),… un tema interesante 🙂

    1. Ya, no nos engañemos: la mayor parte de la gente quiere el agujero. Ya sea en pyme o en gran empresa o en la administración (por orden inverso, diría yo jeje)

      Llevo años manteniendo charlas de esto con amigos de “la comarca” (Ávila): algunos lo único que quieren es un empleo aburrido, que consuma poco tiempo y dé para vivir. Pocos ven la carrera profesional como una evolución.

      Sobre los trabajos “intelectualmente reconfortantes”, es que hay de todo. Ser camarero puede o ser ser estimulante para tu cerebro, pero si te gusta ser camarero puedes montar tu bar e innovar en el servicio. Muchas veces nos olvidamos de eso. Y aplica a casi todo.

      Un día acompañé a Bovary a renovarse el pasaporte. ¿Te imaginas trabajo más aburrido y simple que hacer eso? Pues el tío hacía bromas ingeniosas y llevaba una especie de estadística interna de cuántos pasaportes hacía al día. Parece una chorrada, pero si la tarea en sí es aburrida puedes darle una vuelta para enriquecerla. Lo de “todo es actitud” me parece exagerado, pero sí pienso que es mucho.

  6. Gracias por el vínculo y post, Iván. Coincido en buscar ese equilibrio. Cada empresa es además un mundo.

    He tenido la ocasión reciente de montar un equipo orientado a objetivos al 100%, apoyado en motivación y madurez individual… no hay nada más edificante. Aunque se trata de desarrollo de software y este lujo no podría extrapolarse a la prestación de servicios, por ejemplo.

    Saludos

  7. Creo que lo más importante de lo comentado es el autoaprendizaje. Y es que muchos trabajadores ni siquiera son conscientes de que pierden tiempo, y ahí está el gran problema. Ya no es el tiempo que se dedica al correo, redes sociales, o salir a fumar. Sino también la propia organización, pausas, interrupciones, reuniones inútiles.
    Nosotros estamos probando ahora con un programa que se llama <A HREF=”http://web.workmeter.com/es/mejorar-productividad.html?utm_source=ALSOURCE&utm_campaign=ALBERTO“>Workmeter</A> y que mide el tiempo que utilizamos aplicaciones productivas (configurado según puesto y funciones en la empresa), sin mirar contenido, pero lo más importante, siendo el propio trabajador quien accede a su perfil productivo, para ver en que ha empleado el tiempo. Solo siendo conscientes, podemos corregir nuestros errores. Por si alguien está interesado, el primer mes es gratis, así también puedes saber si realmente funciona. A nosotros nos está funcionando muy bien, además de dar un reporte por equipos que nos permite afrontar los retos futuros mucho más eficientemente.

  8. Pingback: Bitacoras.com

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